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La gloria de Dios

martes, 28 de mayo de 2013 0 comentarios

¿CÓMO ATRAER LA GLORIA DE DIOS?

Juan 14:21-23 21 El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré (Presentar, exhibir, revelar) a él. 22 Le dijo Judas (no el Iscariote): Señor, ¿cómo es que te manifestarás a nosotros, y no al mundo? 23 Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; (Retener, custodiar, evitar que escapen)  y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada (Quedarse) con él.

¡Qué hermosa promesa de Jesús! Que el Padre, Hijo y Espíritu Santo se manifiesten en nuestras vidas es algo maravilloso. Estamos hablando de los milagros de sanidad, salvación de inconversos, tremendas liberaciones de aquellos que estaban cautivos del diablo, vidas cambiadas, extraordinarias provisiones, puertas abiertas sobrenaturalmente y así podríamos hacer una lista larguísima de las distintas maneras en que Dios se manifiesta. Y esas manifestaciones  no son otra cosa que la evidencia  de cuanto nos ama Dios. A modo de ejemplo leamos lo que el mismo Juan relata en el capítulo 9. LEER Juan 9:1-7

¡Qué tremendo! El mismo Jesús afirma en el verso 3 que aquella ceguera era para que Dios manifestara su poder glorioso. Y pongamos el énfasis  en un concepto antes señalado: La manifestación de Dios en la vida de sus hijos es la demostración palpable de su amor.
Ahora bien, volvamos unos instantes al texto inicial de este mensaje. Si bien nos impacta la promesa de ser amados por Dios y así atraer sobre nosotros su glorioso poder y presencia, en realidad esto será la consecuencia de algo que nosotros debemos hacer primero. Esto es tener los mandamientos del Señor y guardarlos para ponerlos en práctica. Según Jesús afirma esa es la única manera en que nosotros sus hijos podemos demostrarle nuestro amor, en la obediencia a lo que Él nos manda.

Analizaremos en profundidad el texto veremos claramente lo siguiente: Para que Dios nos manifieste su amor y su presencia, nosotros debemos también manifestarle nuestro amor. Una vez más comprobamos la ley de la siembra y la cosecha. Si pretendo cosechar de Dios su manifestación en mi vida debo antes sembrar la manifestación de mi amor a través de un hecho concreto: Siendo obediente. Y esa obediencia se expresa apartándonos de toda práctica de pecado, esforzándonos por mantenernos en santidad y sirviéndole con fidelidad y esmero. En otras palabras, el Espíritu Santo traerá su Gloria sobre los corazones fieles y obedientes.

Para ilustrar de un mejor modo esta enseñanza tomaremos dos ejemplos bíblicos de la Gloria de Dios cuando se va y la Gloria de Dios cuando viene.

El primer ejemplo lo hayamos en los tiempos en que Elí, siendo  sacerdote, permitió que sus hijos Ofni y  Finees, también sacerdotes, deshonraran al Señor con sus prácticas pecaminosas. El resultado lo leemos en el siguiente texto.

1 Samuel 4:10 y 4:11, Pelearon, pues, los filisteos, e Israel fue vencido, y huyeron cada cual a sus tiendas; y fue hecha muy grande mortandad, pues cayeron de Israel treinta mil hombres de a pie. 11 Y el arca de Dios fue tomada, y muertos los dos hijos de Elí, Ofni y Finees. 1 Samuel 4:21 y 4:22, Y llamó al niño Icabod, (Sin gloria)  diciendo: ¡Traspasada es la gloria de Israel! por haber sido tomada el arca de Dios, y por la muerte de su suegro y de su marido. 22 Dijo, pues: Traspasada es la gloria de Israel; porque ha sido tomada el arca de Dios.

El arca del pacto representaba la presencia misma de Dios. Pero el pecado y  la desobediencia despojaron a Israel de la cobertura del Señor. Por eso los filisteos pudieron tomar el arca. Icabod fue el nombre que la nuera de Elí puso a su hijo. Icabod significa la Gloria que se va. Pasaron muchos años para que esa Gloria volviera. Y fue cuando Salomón, al edificar el templo de Jehová y haciendo todo aquello que Dios mandaba, y siendo meticuloso en su obediencia a las leyes divinas, mandó que el arca del pacto fuera puesta donde debía estar. Leamos:

1 Reyes 8:6, Y los sacerdotes metieron el arca del pacto de Jehová en su lugar, en el santuario de la casa, en el lugar santísimo, debajo de las alas de los querubines.
1 Reyes 8:10 y 8:11, Y cuando los sacerdotes salieron del santuario, la nube llenó la casa de Jehová. 11 Y los sacerdotes no pudieron permanecer para ministrar por causa de la nube; porque la gloria (Kabod) de Jehová había llenado la casa de Jehová.

Cuando el arca estuvo donde Dios quería, la Gloria, expresada en aquella nube, volvió para llenar el templo. Una vez más, el amor a Dios manifestado en la obediencia, atrajo la manifestación del cielo.

Y para ir concluyendo tomemos otro ejemplo de siembra y cosecha. Y para ilustrarnos nada mejor que la vida de aquel famoso juez que se llamó Sansón.
Dios lo había escogido desde antes de nacer para usarlo como caudillo que liberara a su pueblo. Y para eso lo dotó de una fuerza sobrenatural a través de un pacto de fidelidad y silencio. Nunca debía cortarse el pelo, y nadie jamás debía saberlo. Mientras Sansón se mantuvo fiel a Dios, El Espíritu del Señor se manifestó en su vida.

Jueces 13:24 y 25, Y la mujer dio a luz un hijo, y le puso por nombre Sansón. Y el niño creció, y Jehová lo bendijo. 25, Y el Espíritu de Jehová comenzó a manifestarse en él en los campamentos de Dan, entre Zora y Estaol.

Sansón sembraba su obediencia y su servicio y Dios lo premiaba dándole tremendas victorias contra los filisteos. Pero Sansón cedió a los encantos de una princesa enemiga, traicionó el pacto que tenía con Dios, pecó. Fue rapado. Y perdió las fuerzas.  Sembró infidelidad y cosechó el fruto amargo del alejamiento de Dios.

Jueces 16:20 Y le dijo: ¡Sansón, los filisteos sobre ti! Y luego que despertó él de su sueño, se dijo: Esta vez saldré como las otras y me escaparé. Pero él no sabía que Jehová ya se había apartado de él.

Nuestro Dios es un Dios maravilloso, bueno, dulce y amoroso. Y su mayor deseo es colmarnos cada día de sus hermosas bendiciones. El quiere manifestar su presencia en nuestras vidas. Pero esa será la consecuencia de la manifestación de nuestro amor a Él. Obedecerle, serle fiel y servirle es la mejor manera de atraer cada día su Gloria a nuestras vidas y familias. Busquemos la amistad y la comunión con el Espíritu Santo y viviremos una vida gloriosa.

Juan 14:15-17, Si me amáis, guardad mis mandamientos. 16 Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: 17 el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora (Vivir)  con vosotros, y estará en vosotros.

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