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Jesús calma las tempestades

lunes, 3 de diciembre de 2012 0 comentarios

JESÚS CALMA LAS TEMPESTADES

FONDO BíBLICO:. Mateo 8:23-27; Marcos 4:35-41; Lucas 8:22-25

VERDAD CENTRAL: Por medio de su gracia y su poder, Jesucristo puede darnos perfecta paz en medio de las tormentas de la vida.

TEXTO AUREO: Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza. Marcos 4:39

Objetivos DEL APRENDIZAJE

1. Analizar la forma en la que se comportaron los discípulos al enfrentarse a una situación de emergencia y ver si existen paralelos entre las reacciones de ellos y las nuestras ante circunstancias semejantes.

2. Aprender cómo adoptar una actitud de fe y confianza en Dios en momentos de dificultad en nuestras vidas.

3. Reconocer que el desaliento, la desesperación, la ansiedad y la falta de fe en Dios pueden considerarse como pecados.

4. Reconocer el señorío de Jesús sobre todos los elementos de la naturaleza. Esto debe conducirnos a una actitud de humilde obediencia delante de él.

5. Aprender a entregar al Señor el control de nuestra vida para que él sea nuestro Señor, nuestro capitán y guiador.

BOSQUEJO GENERAL

1. Momentos de crisis

A. Un buen día

B. Una mala noche

II. El cuidado divino

A. Jesús descansaba tranquilamente

B. Los discípulos estaban amedrentados

C. Fue hecha grande bonanza

III. Los discípulos reconocen la Deidad de Jesús

A. Se aterrorizaron al principio

B. Después reverenciaron a Cristo

INTRODUCCION

El capítulo 4 de Marcos nos hace volver a la ribera del mar de Galilea. Allí, a medida que Jesús empezaba a impartir sus enseñanzas, la multitud empezó a aumentar hasta el punto de ser necesario que él nuevamente subiera a una barca para poder dirigirse a la concurrencia es e ella. Esta vez, como siempre lo hacía, el Señor les enseñó por medio de parábolas.

Jesús les indicó claramente a sus discípulos que él hacía uso de parábolas al enseñar a fin de que los extraños no entendieran lo que él decía. El plan de Dios era que solamente aquellos que realmente quisieran aprender de él recibieran la revelación de la verdad. Por eso era que el Maestro hablaba en parábolas; pero luego tomaba a sus discípulos aparte para darles una explicación detallada de lo que quería decir. De modo que ellos se convirtieron en un grupo de alumnos especiales de Jesús.

También algunas demostraciones del poder de Dios se limitaban a los discípulos. Ellos tuvieron el privilegio de aprender muchas cosas, en muchas maneras, las cuales fueron transmitidas a otros mucho tiempo después. Sin embargo, muchas de sus experiencias no parecían ser privilegios en el momento en que éstas ocurrieron, como el caso que estudiaremos hoy: la tormenta en el mar de Galilea.

EXPOSICION BíBLICA

1. Momentos de crisis Marcos 4:35-37

A. Un buen día

El estudio de esta semana tiene que ver con una prueba bastante difícil que les sobrevino inesperadamente a los discípulos después de un día muy bueno y exitoso. Una vez más Jesús había tenido que subir a una barca de pesca a fin de poder seguir enseñando a la multitud, la cual se había conglomerado alrededor de él. Esta vez, sin embargo, los discípulos no estaban remendando sus redes. Ahora estaban con Jesús y lo seguían dondequiera que él fuese. Por eso fue que abordaron la barca y lo acompañaron. Ellos escuchaban atentamente sus enseñanzas y se maravillaban al notar el gran entusiasmo de las multitudes que seguían al Maestro. Es más, la multitud era tan numerosa que muchos que no podían acercarse lo suficiente como para poder oír, tuvieron que subir a otras barcas pesqueras para ubicarse más cerca del Señor. Aquél fue realmente un buen día, un día de victoria y de gran regocijo.

B. Una mala noche

Cuando el sol llegaba a su ocaso Jesús les pidió a sus discípulos que dejaran a la multitud y cruzaran el lago con él. Tal parece que esta era la única manera de hacer que el grupo se dispersara y cada uno volviera a su casa. Las "otras barcas" abrieron paso y dejaron que la barca en la que iban Jesús y sus discípulos iniciara a travesía del mar de Galilea. Indudablemente, los ocupantes de dichas barcas, así como también todos los que se encontraban en la playa se retiraron a sus hogares.

Nota Geográfica: El bello mar de Galilea, que casi siempre lucía azul y tranquilo, parecería el lugar menos indicado para una tormenta tan fuerte como las que se describen en los evangelios. El tamaño del lago (de unos 21 kilómetros de largo por 12 de ancho) no pareciera ser lo suficientemente grande como para dar lugar a que se desarrollaran olas tan fuertes como para hacer zozobrar una embarcación. Sin embargo, hay que considerar que éste está ubicado a unos 208 metros bajo el nivel del mar, en el valle que forma la gran depresión geográfica que se extiende desde el Líbano hasta el Africa. No muy lejos, al norte del lago se alza el monte Hermón, siempre nevado. El valle del Jordán sirve como cauce o canal por el cual se precipitan con furia y violencia grandes corrientes de viento provenientes de las frías cumbres. Los valles laterales parecieran intensificar los resultados de estas precipitaciones. De manera que el fuerte viento que viene de todas direcciones levanta repentinamente olas gigantescas que pueden anegar las pequeñas barcas de pesca.

Parece muy significativo el hecho de que la tormenta haya ocurrido después de un día tan bueno y efectivo. Así ocurre en la vida cristiana. Las pruebas más difíciles de la vida muchas veces vienen después de las más grandes victorias; los valles más profundos, después de las cumbres más altas. Elías clamó a Dios y en respuesta a su corta oración descendió fuego del cielo y él ganó la gran victoria sobre los baales. Sin embargo, poco más tarde se encontraba lamentándose debajo de un enebro. Quizá Dios permite esto porque es más fácil regocijarse en las bendiciones que él da que en lo que él es.

Enseñanza práctica:

Dios permite que sus hijos experimenten circunstancias que probablemente no puedan entender en el momento en que estas ocurren.

"Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos" (Isaías 55:8,9).

II. El cuidado divino

Marcos 4:38, 39

A. Jesús descansaba tranquilamente

Pregunta: ¿Dónde se encontraba Jesús en los momentos en que se desató la tormenta? ¿Por qué?

Jesús dormía con toda tranquilidad en medio de la tormenta. El estaba recostado en la parte posterior del barco (en la popa), sobre un cabezal o almohada. Este hecho refleja la confianza absoluta que él tenía en el Padre celestial. Dios siempre cuida de los suyos. El Maestro había derramado su alma y sus fuerzas físicas en el desarrollo de sus actividades ministeriales durante todo aquel día. El sentía cansancio físico tal como lo sentimos nosotros porque vino a participar de nuestra naturaleza humana. Sin embargo, en su humanidad no tuvo lugar el pecado. (Vea Hebreos 2:14-18; 4:15.) El no se aterrorizaba ni sentía temor. Su actitud revelaba la gran confianza que tenía en su Padre. (Vea Romanos 14:23; 1 Pedro 5:7.) El sabía perfectamente que su Padre no se adormece ni duerme (Salmo 121:3, 4).

B. Los discípulos estaban amedrentados

Es muy probable que los discípulos hayan pensado que el mero hecho de ir en compañía de Jesús los mantendría totalmente exentos de peligros. Cuando se dieron cuenta de que no era así, inmediatamente empezaron a llenarse de dudas. Todo su valor se derritió y se convirtió en un miedo terrible. Se comportaron exactamente como los navegantes de Salmo 107:27. Ya no sabían qué hacer.

También pudo haber sucedido que hasta ese momento los discípulos se encontraran confiando en sus propias habilidades y su destreza como pescadores. Ellos tenían mucha experiencia en cuanto a la navegación por las aguas del mar de Galilea. Es más, es muy probable que en muchas ocasiones anteriores a esa se habían enfrentado a furiosas tormentas repentinas sobre esas mismas aguas. Quizá pensaban que serían capaces de manejar la situación como lo habían hecho en otras oportunidades. Pero cuando los vientos alcanzaron proporciones de huracán todas sus esperanzas empezaron a desvanecerse. En verdad ya no sabían qué hacer porque toda su destreza y la experiencia acumulada a lo largo de tanto tiempo como navegantes y pescadores no les era suficiente para resistir a la furia de aquella tempestad.

En medio del pánico y el terror que se había apoderado de ellos corrieron adonde estaba Jesús y lo despertaron con gran desesperación.

Pregunta: ¿De qué acusaron los discípulos al Maestro cuando fueron a despertarlo?

Según el tono de su pregunta, ellos implicaban que Jesús no se preocupaba por ellos, que no le importaba el riesgo que corrían en ese momento. El miedo que los había embargado los llevó a considerar como inexcusables el cansancio y el sueño de Jesús. Pero el hecho de que Jesús estuviera durmiendo no significaba que se había olvidado de ellos. El siempre está listo y dispuesto a ayudarnos, estemos conscientes de su presencia o no. Nosotros contamos con las promesas de Dios. Su palabra es real y él es fiel a ella. Podemos descansar completamente en él aunque por el momento no sintamos nada.

Pregunta: A su manera de ver, ¿qué es lo más lamentable en relación con la actitud de los discípulos al acercarse a Jesús?

Lo más triste de todo es que hayan esperado tanto para ir en busca de la ayuda del Maestro. Nosotros no tenemos que esperar hasta que todos los recursos humanos se agoten para acercarnos al Señor y pedirle su ayuda.

Pero lo que todavía es más triste es que ellos lo hayan buscado llenos de espanto en lugar de ir a él llenos de fe. Debemos aprender a seguir confiando decididamente en el Señor a pesar de las circunstancias. ¡El en realidad tiene cuidado de nosotrosí

Enseñanza práctica:

Pregunta: ¿Cuáles son algunas de las circunstancias difíciles en las que usted necesita confiar firmemente en el Señor?

"Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas" (Proverbios 3:5, 6).

C. Fue hecha grande bonanza

Jesús contempló las gigantescas olas y los arrolladores vientos tan pronto como despertó, e inmediatamente precedió a reprenderlos con absoluta autoridad. Dos órdenes, la segunda más enfática que la primera, fueron suficientes para que volviera a haber completa quietud y tranquilidad. En el acto se detuvo el viento y las olas se calmaron. El escritor sagrado dice que "fue hecha grande bonanza".

Esta no fue una mera coincidencia. Si el viento hubiera cesado accidentalmente o de por sí, las olas hubieran seguido amenazando a la barca hasta que llegaran a desaparecer gradualmente. Pero las aguas quedaron totalmente calmadas en el preciso momento en que el viento cesó. La palabra de Jesús es una palabra poderosa. Lo era entonces. Lo es hoy.

III. Los discípulos reconocen la Deidad de Jesús

Marcos 4:40, 41

A. Se aterrorizaron al principio

Inmediatamente después de que Jesús reprendió e hizo desaparecer la causa del terror de los discípulos, él se dirigió a ellos.

Pregunta:¿Qué revela la reprensión de Jesús hacia los discípulos en cuanto al temor que éstos manifestaban?

El temor de ellos provenía de su cobardía y demostraba una clara falta de fe en Dios. ¿Ignoraban estos hombres que el miedo y la fe jamás caminan dados de la mano? A ellos no les asistía ninguna razón para estar tan atemorizados y amedrentados, sabiendo que Jesús se encontraba a bordo.

Como lo indica una traducción literal de 2 Timoteo 1:7: "Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía y miedo, sino de Poder, de amor y de autocontrol." El miedo y la timidez que a veces nos invade nos hace daño a nosotros, y por medio nuestro daña también a nuestros semejantes. Esta clase de miedo es más contagioso que cualquier enfermedad... y mucho más peligroso. Los cristianos miedosos y tímidos deben recordar que estos temores desagradan mucho a Jesús y él los reprocha enérgicamente.

Pregunta: ¿Cree usted que Jesús reprochó el miedo de los discípulos con una actitud de amor?

Si bien la reprensión fue severa, Jesús la dirigió a sus amedrentados discípulos en una atmósfera de amor. Cristo es el Hijo de Dios y por lo tanto es Dios. Dios es amor (1 Juan 4:16).

Toda la severidad expresada en la reprensión de Jesús a sus discípulos provenía de su profundo amor y compasión por ellos. Eso era precisamente lo que se necesitaba para hacerlos volver a sentirse seguros. Realmente, esta exhortación era tan necesaria para ellos como el hecho de calmar los vientos y la tempestad. Ambas cosas contribuyeron a calmar la tormenta de temores y sentimientos que se había desatado en sus mentes y en sus corazones. Ambas cosas sirvieron para hacerlos reconocer que no estaban desamparados a merced de las circunstancias. Todo esto les hacía creer que bien podían entregar sus vidas completamente al cuidado del Maestro. El Jamás permitirla que a sus siervos les ocurra algo que no sirva a sus propósitos divinos ni sea para su gloria y honra.

Como se indica en el pasaje de Romanos 8:28, Dios obra a través de todas las cosas. Es probable que las cosas en sí no parezcan buenas todas. Entre ellas pueden venir tribulaciones, desaliento, persecución, hambre, desnudez, peligro o espada. Pero en todas estas cosas y muchas más que puedan surgir podemos estar plenamente persuadidos de que nada en el mundo podrá separarnos del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro (Romanos 8:31-39).

Hay muchos que piensan hoy que si tenemos suficiente fe el Señor hará que siempre estemos colmados de todo bien y prosperidad. Tomando como base pasajes como el de 3a Juan 2, estas personas aseguran que la prosperidad material está íntimamente relacionada con la prosperidad de nuestra alma. Sin embargo, el contexto de 3a Juan 2 demuestra que Juan simplemente estaba manifestándole a Gayo su alegría al enterarse de la salud y prosperidad espiritual de éste y deseándole lo mismo para el aspecto material y físico. Esto mismo es lo que todos nosotros deseamos para nuestros seres queridos. Pero no hay fundamentos bíblicos para enseñar que la prosperidad material vendrá automáticamente como resultado inmediato de una vida cristiana fiel.

Dios permite algunas veces que experimentemos pruebas difíciles para darle a nuestra fe la oportunidad de crecer. El no quiere tenernos como macetas delicadas o frágiles adornos de porcelana china.

B. Luego reverenciaron a Cristo

La primera reacción de los discípulos ante la reprensión de la tempestad y del miedo que ellos tenían fue la manifestación de "un gran temor" (Marcos 4:41).

Pregunta: ¿Qué diferencia había entre este temor y el que les provocó la tormenta?

Esta última era una sensación de temor reverencial y de admiración. Esta fue una actitud de ellos dirigida a Jesús, no a las circunstancias. Aquí estaba incluido el temor de no poder manifestar la fe que Cristo merecía y la confianza que debían tener en él. Ahora ya no se sentían amedrentados y tímidos. Por el contrario, ellos manifestaban una gran reverencia y admiración ante la realidad del poder sobrenatural de Jesús.

Pregunta: ¿Qué significan las preguntas que empezaron a hacerse unos a otros?

Al decir: "¿Quién es éste?" estaban admitiendo el hecho de que Jesús era y es más que un ser meramente humano. Si hay algo que el hombre todavía no es capaz de controlar es el estado climatológico. Aun los expertos, haciendo uso de los mejores instrumentos, a veces no pueden ni siquiera predecirlo. En aquel tiempo era aun más remota la posibilidad de ejercer dominio sobre los elementos de la naturaleza. De manera que bien podemos entender que el propósito de este milagro no era únicamente librar a los discípulos del naufragio sino demostrarles quién era Jesús.

Jesús aún quiere ayudarnos para que obtengamos la victoria en todas las tormentas de la vida: las tormentas de tentaciones, desaliento, sufrimientos y dolor. Este tipo de dificultades le llegan a todo cristiano a veces. En lugar de desanimarnos o dar lugar al temor y al pánico, hagamos lo que hicieron los discípulos después de la tormenta. Reconozcamos quién es Jesús, tributándole toda la reverencia, la fe y la confianza que se merece. Nosotros tenemos hoy muchas más razones para confiar en Jesús que cuando los discípulos pasaron por esta experiencia. Ellos todavía no habían visto ni su muerte ni su resurrección. No sabían todavía que el Señor iba a dar su vida en la cruz para perdonarles todos sus pecados, incluyendo el temor, la ansiedad y la falta de confianza en él.

Pregunta: ¿Cómo contribuyó este milagro a aumentar el conocimiento de los discípulos acerca del poder de Jesús?

Ellos lo habían visto sanar a los enfermos y echar fuera a los demonios. Ahora podían darse cuenta por su propia experiencia de que él tiene poder en todos los aspectos y ámbitos de la vida y de la naturaleza en general.

Es muy común que los llamados teólogos liberales de hoy nieguen la veracidad de los milagros de Jesús. Estos ignoran el hecho de que el Nuevo Testamento fue escrito mientras vivían muchos de los que habían visto personalmente el desarrollo de estos milagros. La iglesia primitiva estaba convencida totalmente de que Jesús tenía todo poder. El Espíritu Santo sigue dando testimonio hoy del mismo Cristo de poder absoluto.

Viendo anticipadamente el libro de los Hechos nos damos cuenta de que el haber experimentado tormentas y dificultades en compañía de Jesús sirvió como preparación para que los discípulos pudieran llevar liberación y salvación a otros. Debido a que ellos habían experimentado lo peor estaban capacitados para conducir a los hombres hacia lo mejor.

Enseñanza práctica:

Todos experimentamos a veces desaliento, preocupaciones, y temor. Este estudio nos ha demostrado que Jesús no se agrada cuando sus seguidores manifiestan estas emociones, aun cuando las circunstancias parecieran justificarlas. Por el contrario, él quiere que depositemos en él toda nuestra confianza. A través de la Biblia leemos del poder de Dios para ayudar a sus hijos y de su soberanía en las vidas de ellos. Esta lección nos enseña que los esfuerzos meramente humanos son inútiles para resolver las dificultades de la vida. Lo que el Señor espera es que reconozcamos su deidad, su señorío y su cuidado y que confiemos siempre decididamente en él.

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